Siempre creí que vivía en un mundo de locos
donde mi locura sobrevivía dentro de mí,
buscando un amor que no encontraba,
encontrando palabras sin sentido
que oscurecían mi pensamiento en la noche.
Sin saber lo que hacía,
caminaba por calles que no conocía intentando encontrar
la felicidad.
Una búsqueda tonta y sin sentido,
¿pero qué se puede hacer en esta vida que tenga sentido?
Buscamos un amor, una vida,
unos sueños que seguramente nunca llegan,
una triste forma de pasar la vida
que a mí me apena, por decirlo así.
Sólo quiero vivir solo, hasta morir.
Hacer que mi alma vuele y ver que no cae en picado.
Como un perro dormir en la calle
sin preocuparme de mi futuro;
solo dormir hasta que llegue mi fin.
¿Por qué escribir mi triste pensamiento en un teclado
manchado de emociones que transmite mis dedos a las
teclas?
¿Por qué una pregunta siempre tiene que tener una
respuesta?
¿Por qué esta vida está llena de sufrimientos?
¿Por qué no llega el cataclismo de tu amor y me destruye?
¿Por qué vivir esta vida como perros vagabundos
que estrellan su cuerpo contra el maldito asfalto?
¿Por qué no se hace la luz, cuando quiero ver tus ojos en
la oscuridad
mientras beso tu cuello y te susurro palabras de amor?
¿Por qué no encuentro el camino que hace tiempo descubrí
en mi interior?
¿Por qué no encuentro al hombre que me conoce?
Tantas y tan repetidas preguntas que nunca sabré
responder.
¿Por qué un para siempre se rompe cuando veo tu sonrisa?
Sonrisa amarga como la despedida de tu voz cuando cuelgas
el teléfono.
¿De qué te vale decir que siempre estarás junto a mí
cuando sabes que no es así?
Conozco tu voz en la noche de invierno
cuando abrazas mi cuerpo desnudo bajo el agua de la
ducha.
Elevo tu ego hasta las nubes,
donde entrego mi cuerpo a tus labios.
Muerdes mi silueta reflejada en la sombra de la noche
pero vuelo como viento a otro lugar
donde nunca más me encontrarás, y todo por dejarme
marchar.
Porque nunca imaginabas que el amor no esperaría.
Igual que mi pensamiento vuela, mi amor también
a otros mundos donde a otras personas encontraré.
Antonio Jiménez - 2002